El papel del docente en la Escuela Digital o en la educación del siglo XXI

diciembre 02, 2022

 


La Era digital

 En el siglo xxi, en plena era digital, las nuevas tecnologías han generado un crecimiento tecnológico sin precedentes que ha cambiado nuestras vidas completamente. (Franco, 2005). En el contexto actual, las personas cuentan su vida, publican fotos, comparten sus vivencias en la red, dialogan y se comunican a través de internet. Las herramientas tecnológicas y el espacio virtual han suscitado nuevas formas de comunicarnos, de trabajar, de informarnos, de divertirnos y, en general, de participar y vivir en una sociedad red (Castells, 2006). Por tanto, se puede afirmar que hoy en día, todos los ámbitos del conjunto de la sociedad están siendo transformados ineludiblemente por esta cultura digital, y esto incluye también a la educación. Sin embargo, es importante perfilar un enfoque sistemático para su uso pedagógico, ya que la sola presencia de algunos dispositivos tecnológicos en el aula no garantiza su utilización, y menos de manera saludable. En este sentido, es fundamental que el docente pueda desempeñar de forma autónoma el manejo de estas tecnologías de la información y de la comunicación y que pueda comenzar a crear nuevos escenarios educativos. (Ávalos, 2013).

 La Educación del siglo XXI

 En cualquier lugar del mundo, el objetivo de los sistemas educativos continúa siendo preparar adecuadamente a los jóvenes para que puedan convertirse en ciudadanos activos, participativos y comprometidos con la cultura y la mejora de la calidad de vida de las sociedades de las que ya forman parte. Se trata de un viejo desafío que, no obstante, actualmente exige soluciones nuevas porque el escenario ha cambiado. (Ávalos, 2013)

(Imagen de creación propia.)

En este marco de cambios continuos, los más perceptibles que se deben tener en cuenta son

 Por otro lado, Según A. Viñals Blanco y J. Amigo Cuenca (2016), el debate sobre la vinculación entre educación y tecnologías ha pasado por diferentes etapas: miedo, resistencia, incluso excesiva confianza de las capacidades de los usuarios de corta edad o expectativas sobredimensionadas. Sin embargo, J. M. Mominó, insiste en que ha prevalecido la idea de que es necesario desarrollar competencias para usar estos dispositivos, pero que tenemos que ir más allá de la capacidad instrumental y empezar a construir la base para desarrollar un alfabetismo digital. Los jóvenes ya saben manejar intuitivamente los nuevos dispositivos de información y comunicación basados en a microelectrónica, la informática y las redes digitales. El problema no reside en el equipamiento, sino en el desfase entre la organización educativa, incluyendo la pedagogía y la potencialidad de las nuevas tecnologías para desarrollar autonomía y la innovación de los alumnos y profesores. Se requieren estrategias bien definidas, planificación, apoyo, formación de los diferentes actores implicados y capacidad de colaboración. (Mominó y Sigalés, 2016)

A continuación podemos ver un video de Rojano, M. (2020) sobre la Educación digital y la necesidad de educar en esta dirección a las nuevas generaciones.


 El papel del docente

 Por tanto, la manera de aprender ha cambiado y, por ende, la forma de enseñar. El conocimiento está en red y el profesorado debe ser quien acompañe al alumnado en su proceso de aprendizaje. La tecnología por sí sola no guía; por ello, la labor del docente es hoy más importante que nunca. (Viñals Blanco y Cuenca Amigo, 2016).

A continuación hago mención de algunas de las cualidades o deberes clave para un docente adaptado a la educación del sigo XXI:

  • Nuevo lenguaje: el docente será el responsable de la alfabetización tecnológica en el marco de la institución escolar. En este sentido, es importante que el docente visualice y se apropie de la riqueza de estos nuevos lenguajes en la vida de las aulas y en el valor educativo que pueden aportar las nuevas tecnologías para innovar y para generar un puente con los alumnos.  M. Ávalos asegura que cuando un documento o presentación combina los medios audiovisuales, se mejora notablemente la atención, comprensión y aprendizaje, ya que se acerca más a la manera habitual en que los alumnos se relacionan y comunican. (Ávalos, 2013)
  • Formación: el docente deberá someterse a una formación continua por la necesidad de adquirir conocimientos, habilidades y actitudes digitales, en un mundo cambiante, que motiven a sus alumnos a hacer un uso crítico de la tecnología dentro y fuera del aula.
  • Selección de contenidos: debido a la cantidad de conocimiento adquirible a través de internet, será función del docente detectar lo que es realmente importante, guiar los procesos de búsqueda, analizar la información y seleccionar la que necesita. Por otro lado, es cierto que la generación de jóvenes nativos interactivos maneja con soltura la tecnología, pero en ningún momento ello indica que estos hagan un uso correcto, útil y beneficioso para su desarrollo y aprendizaje personal; y es aquí donde el docente del siglo xxi debe incidir. «La tarea de cualquier formador es crear y fomentar una ecología de aprendizaje que permita que los aprendices mejoren con rapidez y eficacia con respecto al aprendizaje que ya tienen» (Siemens, 2010). No obstante, el docente no debe centrarse en las restricciones de uso y controlar lo que hacen sus estudiantes. Su función tiene que consistir en coordinar y facilitar el aprendizaje, además de mejorar la calidad de vida del alumnado. Además, el docente puede organizar el acceso a los recursos para los estudiantes, facilitando al mismo tiempo la comunicación entre todos los implicados. Fuentes inagotables de información multimedia e interactiva disponible de manera inmediata en el aula que permite aprovechar didácticamente muchos materiales realizados por profesores, alumnos y personas ajenas al mundo educativo. Esto puede aportar el concepto lúdico y fomentar un papel más activo del alumno. (Ávalos, 2013)
  • Colaboración: Cada vez hay más profesores que se encuentran con la de buscar nuevas fórmulas de colaboración, organización y participación que les permita elaborar y compartir la experiencia y el conocimiento en el propio ámbito profesional. Esto conduce a una revisión de la definición tradicional de la profesión y a replantear la perspectiva desde la que debería observarse la progresión profesional, pensando en los retos de hoy y también en los que serán, ineludiblemente, desafíos de la escuela del futuro. (Macbeath, 2012). La enseñanza cooperativa, pensar que enseñar es un acto de equipo, es muy probablemente un requerimiento esencial de la necesaria evolución del sistema educativo para responder a las cambiantes necesidades de la sociedad.
  • Protagonismo del estudiante: el modelo educativo centrado en el profesor como transmisor de conocimientos estandarizados deja de tener sentido. (Tapscott, 2009).  Ahora tiene que ser el alumno quien debe tomar todo el protagonismo en la práctica pedagógica y el profesor tendrá como misión crear las condiciones propicias y enseñar a utilizar los instrumentos adecuados para que cada alumno sepa poner en juego estrategias diversas de aprendizaje que le permitan crear productos propios de conocimiento en situaciones diversas para lograr adaptarse a las exigencias del mercado laboral, y para poder descubrir sus verdaderas motivaciones, intereses e inquietudes. (Kozma, 2012). La actividad profesional del profesorado, según J. M. Monimó (2016), por tanto, debería dirigirse al diseño de formas de enseñanza personalizadas que partan de la singularidad de cada estudiante y promuevan su autonomía. 
  • Creatividad: el profesorado del nuevo milenio debe concebirse progresivamente como una profesión para creativos (Hargreaves y Earl, 2001) en la cual, la capacidad de reflexión sobre la propia experiencia, la elaboración del conocimiento compartido y su aplicación a la innovación se convierten en componentes circunstanciales a la actividad profesional cotidiana. La auténtica madurez en la utilización de la tecnología es cuando se logra pasar de consumidores de contenidos a productores de los mismos. (Ávalos, 2013)

 En síntesis, no basta con que el docente digital deba adquirir competencias tecnológicas, sino que debe adaptar su rol. Tal y como dice Area: «La profesión docente se encuentra en un tiempo de mudanza» (Area, 2016).

 Según Viñals Blanco, A., y Cuenca Amigo, J. (2016), los denominadores más comunes que se atribuyen al nuevo rol del docente de la era 2.0 son: organizador, guía, generador, acompañante, coacher, gestor del aprendizaje, orientador, facilitador, tutor, dinamizador o asesor. Estos nuevos roles se asientan en la idea de cambiar la transmisión unidireccional del conocimiento por el intercambio horizontal de información, abundante, caótico y desestructurado.

 Por otro lado, en el artículo de Viñals Blanco, A., y Cuenca Amigo, J. (2016), mencionan que Harrison y Killion (2007) hacen referencia a 10 maneras a través de las cuales el profesorado puede contribuir al éxito de sus escuelas:

 (Imagen de creación propia con Genially.)

También citan a Marc Prensky (2011), que propone tres roles que considera que debe adquirir el profesorado en la era de la educación digital:

  • El rol de entrenador, hace alusión a la acción cargada de retroalimentación y motivación en la que, inevitablemente, como si de un entrenador de tenis se tratase, se necesita la participación activa por parte del alumnado
  • El rol de guía el papel de ayudante del alumno ya motivado
  • El rol de experto en instrucción. consiste en que el docente aporte todo el conocimiento, imaginación y creatividad posible para hacer el proceso de aprendizaje del alumno efectivo y atractivo. (Viñals Blanco y Cuenca Amigo, 2016)

 Como conclusión, creo que el papel el docente es uno de los grandes pilares en la educación del siglo XXI. Las nuevas tecnologías han venido para quedarse y prueba de ello son los cambios que hemos visto en todos los ámbitos de la sociedad, y la educación no puede ser una excepción, sino todo lo contrario. El profesorado es pieza clave para poder construir los puentes de innovación que tienen que permitir conectar la escuela tradicional con la que exige la sociedad de hoy, en la que el conocimiento es y será el principal recurso, y la capacidad de utilizarlo creativamente, la principal fuente de progreso. En este sentido, el docente debe ser capaz de utilizar las herramientas digitales de manera efectiva para impartir sus clases y para ayudar a los estudiantes a aprender de manera más efectiva. Además, el docente también debe ser capaz de guiar a los estudiantes en su proceso de aprendizaje y ayudarles a desarrollar habilidades como el pensamiento crítico, la creatividad y la colaboración. En resumen, el papel del docente en la educación del siglo XXI es adaptarse a las nuevas tecnologías y ayudar a los estudiantes a desarrollarse de manera óptima en un mundo cada vez más digital.

Bibliografía citada

  •  Area, M. (2016). Ser docente en la escuela digital. Suplemento Profesional de Magisterio, 22. Disponible en: https://goo.gl/SGGsoO
  • Ávalos, M. (2013): ¿Cómo integrar las TIC en la escuela del siglo XXI?: de Clementina a las tablets. Buenos Aires: Editorial Biblos.
  • Castells, M. (2006). La sociedad red: una visión global. Madrid: Alianza Editorial.
  • Franco, G. (2005). Tecnologías de la comunicación: producción, sistemas y difusión digital. Madrid: Fragua.
  • Gilbert, J. (2005). Catching the knowledge wave: The Knowledge society and the future of education. Wellington, New Zealand Council for Educational Research Press.
  • Harrison, C y Killion, J. (2007). Ten roles for teachers leaders. Teachers Leaders. Pages. 65 (1), 74-77.
  • Hargreaves, A. y Earl, L. (2001). Aprender a cambiar: la enseñanza más allá de las materias y los niveles. Barcelona: Octaedro.
  • Kozma, R.B. (2012). Les Tic i la transformación de l’educació en l’economia del coneixement. Barcelona: Fundació Jaume Bofill. Disponible en: www.debats.cart/sites/default/files/debats/pdf/kozma.pdf
  • MacBeath, J. (2012). The future teaching profession». Resource document. Education International Research Institute. University of Cambridge. Faculty of Education. Disponible en: http://download.ei-ie.org/Docs/WebDepot/EI%20Study%20on%20the%20Future%20of%20Teaching%20Profession.pdf
  • Mominó, J. M. y Sigalés, C. (2016): El impacto de las TIC en la educación, Barcelona, Editorial UOC
  • Prensky, M. (2011). Enseñar a nativos digitales. Madrid: SM.
  • Siemens, G. (2006). Knowing knowledge. Disponible en: http://goo.gl/dZpSaI
  • Tapscott, D. (2009). Grown up Digital: How the Net Generation Is Changing the World. New York: McGraw Hill. Disponible en: https://studynotesunisa.co.za/wp-content/uploads/2018/12/grown-up-digital-tapscott-e.pdf
  • Torres, R. M., (2006). Alfabetización y aprendizaje a lo largo de toda la vida. Revista Interamericana de Educación de Adultos, 28(1), 25-38. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=457545365002
  • Viñals Blanco, A., & Cuenca Amigo, J.  (2016). El rol del docente en la era digital. Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 30(2), 103-114.
  • Williamson, B. (2013). The future of the Curriculum. School knowledge in the digital age. Cambridge, MA: The MIT press. Disponible en: www.Mitpress.mit.edu/books/future-curriculum
  • Rojano, M. (2020, enero). Educación digital [video]. Conferencia Ted. https://www.youtube.com/watch?v=x94vCNcsxgs&ab_channel=TEDxTalks

Bibliografía complementaria:

  • Bauman, Z. (2007). Els reptes de l’educació en la modernitat líquida. Barcelona: Arcadia
  • Franco, G. (2005). Tecnologías de la comunicación: producción, sistemas y difusión digital. Madrid: Fragua.
  • Gordó, G. (2010)). Centros educativos: ¿islas o noddos? Los centros como organizadores-red. Barcelona: Graó.

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